Seguro que ya lo sabías o lo imaginabas, pero antes, mucho antes de que existiera el WhatsApp, el telediario, e incluso antes de que existieran la tele por cable (escalofrío), a la hora de ir de un pueblo a otro había que ir a pie o en el mejor de los casos a caballo. En tiempos pretéritos los únicos aliados de los viajeros eran unos lugares donde el cansado caminante podía alojarse a cambio de una moneda o dos. Estamos, amigos míos, ante el origen de las actuales ventas de carretera que vemos cuando cogemos nuestro coche y nos vamos de viaje. ¿Pero sabes desde cuándo exactamente existen las ventas de carretera? Y ya que estamos, ¿y las carreteras? ¿Han estado siempre ahí o son un elemento moderno? En Balumba destapamos nuestro lado más curioso y queremos hacer de arqueólogos del tiempo y la historia para conocer el origen de las ventas de carretera, de las carreteras y de más cosas relacionadas con los viajes que seguro que te parecen muy curiosas. Haz una parada en el camino y métete en la fonda, que se está calentito. 🙂
Las carreteras: Empezamos por el principio
Hemos pensado que no tendría sentido hablar de las ventas de carreteras sin hablar antes del sitio donde éstas se levantaban… sí, lo has adivinado: Las carreteras. El origen de las carreteras son las calzadas romanas. Las calzadas se construían mediante la superposición de varias capas de grava, cubiertas por losas de piedra y servían para comunicar las ciudades de la Antigua Roma entre sí. La red de carreteras del Imperio Romano es uno de los avances claves para entender la expansión de Roma y la efectividad de conquista de los romanos. A medida que el poder del Imperio crecía, se construyeron más calzadas locales que partían de esas carreteras principales. Y es que estas calzadas fueron vitales para el desarrollo del Imperio romano, porque permitieron una circulación rápida de mercancías y de tropas que era impensable hasta entonces.
Imaginaos si era bueno el trabajo desarrollado hace ¡20 siglos! por los “ingenieros de caminos” romanos, que hoy en día muchas de las modernas carreteras que usamos están superpuestas a las calzadas romanas. En España, un territorio conquistado por Roma, la red de carreteras era enorme. Ejemplos de carreteras ilustres de tiempos de los romanos fueron (y son) la Vía Augusta, que conectaba el valle del Guadalquivir con la Galia (Francia) atravesando las ciudades romanas más importantes de Hispania, o también tenemos el caso de la vía de la Plata, que llegaba desde el oeste de Andalucía hasta Galicia.
DATO CURIOSÓN: El Imperio Romano estaba unido por 80.000 kilómetros de calzada. ¿Adivináis ya el porqué del dicho “todos los caminos llevan a Roma”? 😎
Ave César, los que van a comer y dormir te saludan.
En el Foro romano situado en la capital del Imperio se encontraba el punto cero del que partían todas las calzadas. Es algo así como lo que pasa hoy en nuestro país en el kilómetro cero que hay en la madrileña Puerta del Sol. ¿Pero qué pasaba con esas calzadas y esos caminos, a veces solitarios, dejados de las manos de Dios, en los que los viajeros tenían que circular a veces de noche y totalmente desprotegidos? Pues si los romanos tenían que unir las ciudades, lo hacían bien, hombre. Se dispuso que por cada 25 o 30 kilómetros de calzada había que levantar una posada que ellos llamaban “mansiones”. El motivo de establecer estos edificios de descanso cada cierta distancia era militar y logístico, ya que las “mansiones” eran lugares para refrescar los caballos de los correos, y para que los soldados descansaran y repusieran fuerzas. Lo que ocurrió fue que casi de forma paralela los cansados viajeros “civiles” y los mercaderes vieron en las posadas un punto de descanso en sus viajes y no tardaron en aprovecharlas a cambio de dinero. Las posadas y las ventas de carretera acaban de nacer. Los conductores de todo el mundo tenemos mucho que agradecer a los romanos.
EXTRA: Y ya que hablamos de correos y mensajeros… ¿conoces cuál es el origen de la prueba olímpica de la maratón? En Balumba ya te lo contamos. 😉
Guías de viaje, millas y mojones
¿Sabías que las guías de viaje las inventaron los romanos? Como la civilización romana fue la primera en tener vacaciones, al menos para los patricios y las clases más pudientes, era habitual tener una segunda vivienda en el campo a las afueras de una gran urbe, a esas segundas viviendas las llamaban “villas”. Este aumento del tiempo libre (acentuado por la Pax Romana que trajo un relativo periodo de tranquilidad a Occidente) hizo que los romanos (los que podían permitírselo) se aficionaran a viajar y a conocer el Imperio. De ahí la necesidad de realizar pequeñas tablillas en las que se describieran las bondades e intereses de las diferentes ciudades. Lo que viene siendo una guía de viaje, vamos.
Por su parte, y para señalizar los mencionados caminos y carreteras los romanos también se dedicaron a medir las distancias de sus calzadas. ¿Cómo lo hicieron? Pues mediante unas primitivas “señales de tráfico” y mediante millas. Cada milla romana equivale a mil pasos, de modo que cada mil pasos se colocaba una piedra miliar (de ahí el nombre de milla como unidad que sirve para representar mil unidades). Las piedras miliares son el origen de lo que hoy llamamos mojones de carretera solo que las piedras miliares eran más altas, concretamente solían ser columnas de piedra de 2 a 4 metros de altura. Las piedras miliares también indicaban las distancias a las poblaciones más cercanas. De esta forma sabemos que las carreteras y las ciudades romanas ya estaban perfectamente señalizadas, ¡nada que envidiar a la DGT!
Pues prácticamente nos hemos convertido en romanos para irnos de viaje a lo largo y ancho del Antiguo Imperio. Esperamos que el viaje haya sido de vuestro interés y que se haya cumplido esa bonita máxima de “nunca te acostarás sin saber algo nuevo” 🙂 Algo que también te conviene saber es que en Balumba tenemos unas coberturas versátiles y baratas. En unos tiempos en los que la economía es importante, ahorrar en tu seguro de coche puede suponer un alivio para tus cuentas. Haz un presupuesto en nuestra web y averigua cuánto podrías dedicar a viajar “como un romano” en vez de pagar tanto por un seguro de coche.
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